respondió: “Mete tu espada en la vaina; la copa que el Padre me ha dado, ¿no la he de beber?” Jesús sabía que debía beberla. Él lo hizo porque nosotros no hubiéramos podido hacerlo. Bebió su copa para que nosotros pudiéramos beber la nuestra. Bebió la copa que Dios puso delante de él a fin de que pudiéramos tener parte con él para siempre. En tres momentos sucesivos Jesús suplicó a Dios que quitara de él la copa. Rogó con una agonía más intensa que ninguna de todas las plegarias elevadas antes y
Page 36